Comentario
Capítulo II
Del principio y origen de los yngas y de dónde salieron
Varias y diversas cosas y graciosas fábulas cuentan los indios del aparecimiento de los primeros yngas y de la manera con que entraron en la ciudad del Cuzco y la conquistaron y poblaron, sin que en este caso pueda haber cosa cierta ni determinada. La más general y común opinión y más recibida entre ellos es que el primer Inga se llamó Manco Capac, aunque también a éste algunos le hacen el último de los hermanos Ingas. Pero sea lo que fuere, yo seguiré en esta historia aquello que con más probabilidad he podido sacar y averiguar.
Dicen los indios que cuando con el diluvio se acabó la gente y que del pueblo de Pacaritambo, cinco leguas del Cuzco, de una cueva por una ventana salieron y procedieron los Ingas y que eran cuatro hermanos, el mayor llamado Manco Capac, Ayarcache, Ayarauca, Ayarhuchu. Y cuatro. hermanas: Mamahuaco, ésta fue muy varonil, y peleó, y conquistó algunos indios; Mamacora. Mamaocllo, y Mamatabua. También cuentan algunos indios antiguos que de la gran laguna de Titicaca, que está en la provincia del Collao, vinieron hasta esta cueva de Pacaritambo, unos indios, e indias, todos hermanos, gentiles hombres y valerosos, y que traían las orejas moradas, y en los agujeros pedazos de oro. Uno de los cuales fue Manco Capac. Cualquiera de estas opiniones se puede seguir en el aparecimiento de los Ingas, pues no es razón para creer más la una que la otra, siendo todo fabuloso. Vinieron, pues, estos hermanos y hermanas desde Pacaritambo de noche, y, llegados al pueblo de Pachete, allí miraron de una parte a otra, por hallar buena tierra para poblar, y no satisfaciéndose, se volvieron por el mismo camino y llegaron a Guayna Cancha, y allí se juntó Manco Capac con su hermana Mama Ocllo, aunque otros dicen que con Mamahuaco, otra hermana. Y viniendo en el camino vieron que la hermana estaba preñada y entre ellos hicieron inquisición, diciendo ¿cuál de nosotros ha hecho esta maldad? Sabida la verdad, llegaron a Tambuqui, a do nació Cinchiroca, de lo cual se holgaron y dieron gracia al Hacedor y al Sol, y pasaron hasta Chasquito. Allí acordaron todos que Ayarauca, su hermano, que era el más atrevido dellos, volviese a Pacaritambo a la cueva donde habían salido y allí lo encerrasen. Llamándole, dijeron: ya sabéis, hermano, que dejamos ciertos vasos de oro, llamados topacusi, y cierta semilla en la cueva de donde salimos; es menester que vayáis allá por ello, para que juntemos con ellos gente y seamos señores. El Ayarauca lo rehusó y dijo que no quería, a lo cual le dijo Mamahuaco que tuviese vergüenza siendo mozo tan atrevido, no querer volver por aquellas reliquias, y así, avergonzado, dijo que sí, y fue con él un criado suyo llamado Tambo Chacai. Llegado a la cueva Ayarauca, entró a sacar los vasos que le habían dicho que trajese, y mientras él estaba buscando dentro de la cueva, el Tambo Chacai cerró la puerta con una piedra grande, porque así se lo habían mandado los hermanos. Y Ayarauca se quedó dentro, y empezó a dar grandes gritos, pretendiendo salir, y con las voces que daba y mucha fuerza que ponía, tembló aquel cerro y se abrió por muchas partes, y el Tambo Chacai se sentó encima de la piedra, con que había cerrado la puerta, y el Ayarauca le dijo desde lo interior de la cueva: vos, traidor, pensáis volver allá con estas nuevas: vos quedaréis ahí como yo aquí dentro, y así quedó el Tambo Chacai convertido en piedra, y hasta hoy está la señal allí. La causa porque hicieron los demás hermanos volver a este Ayarauca y encerrarlo en la cueva dicen una invención y fábula ridícula, porque al tiempo que caminaban venían tirando piedras y derribando los cerros, y por ser tan valiente no osaron llevarlo consigo, porque llegando a donde hubiese gente no se atreviese a hacer alguna demasía y por él los matasen a todos, y de allí se partieron y llegaron al cerro que ahora llaman Huanacauri.
Y vieron un Arco del Cielo, que era tiempo de aguas, y el un pie estaba fijado en el cerro, y como lo viesen una mañana al alborear, de lejos, dijeron los unos a los otros: veis aquel Arco, y todos respondieron que sí, y dijo Manco Capac, el mayor: buena señal es aquélla, que ya no se acabará el mundo por agua; vamos allá y desde allí veremos a donde hemos de fundar nuestro pueblo, y echaron suertes qué harían, y en ellas supieron cómo era buena llegar a aquel cerro a ver lo que había y qué tierra se parecía de allí, y viniendo caminando hacia el cerro, de lejos vieron una huaca, bulto de persona, que estaba asentado, y el arco llegaba a los pies de la huaca. Era esta huaca de un poblezuelo llamado Sano, que estaba a una legua pequeña, de allí llamase la huaca Chimpo y Cahua, y entraron en consulta y trataron que sería bueno cogerlo y que si no lo tomaban, que no tenían ningún remedio, y yendo a ello, Ayarcache, así como llegó a la huaca se asentó sobre ella y le dijo: ¿qué hacéis, hermano? estemos juntos, y la huaca volvió la cabeza a conocer quién era, y como lo tenían oprimido, no lo pudo ver bien, y queriéndose desviar, no pudo, porque se le quedaron las plantas de los pies pegados a las espaldas de la huaca. Los hermanos, entendiendo que ya estaba preso, fueron corriendo a ayudarle, y des que así se vio les dijo, cuando llegaron: mala obra me habéis hecho, que ya no puedo ir con vosotros; ya quedo apartado de vuestra compañía y sé que habéis de ser grandes señores. Lo que os ruego es que en todas vuestras fiestas y sacrificios os acordéis de mí y que sea yo el primero que reciba vuestras ofrendas, pues me quedo aquí, y cuando hicieres Guarachico a vuestros hijos como a su padre que acá por todos queda, sea yo adorado dellos; y así quedó Ayarcache hecho piedra y le pusieron por nombre Guanacauri, y los hermanos, muy tristes, se volvieron la cuesta abajo y llegaron a un sitio que está a los pies del cerro Huanacauri, llamado Matahua, y allí horadaron las orejas a Sinchiroca, que es el Huarachico, y lloraron la dejada de su hermano y dijeron: Oh, si nuestros hermanos vieran este ynfante, cómo se holgaran con él, y comenzaron a llorar, y allí se inventó el llanto de los muertos y las ceremonias con que se lloran, tomando para ello el Phrasis y de las palomas, y allí inventaron las ceremonias de los raimis quico chico y rutu chico y la fiesta del ayuscai, que todo se declarara en su lugar.